Los límites de la empatía
Los límites de la empatía.
La RAE define a la empatía a partir del gr. ἐμπάθεια empátheia como un sentimiento de identificación con algo o alguien y/o como la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. A principios del siglo XX, el área de la psicología decidió adoptar esta palabra y expandir su significado original: hoy en día es considerada el componente más importante de la inteligencia emocional y el pegamento social.
Se nos ha dicho que la empatía es la capacidad que” tenemos” (entendiendo el tenemos con el que es algo que desarrollamos y aprendemos de nuestros cuidadores primarios y nuestro entorno) de ponernos en los zapatos del otro o de los otros según sea el caso.
La empatía puede ser vista como un valor positivo que permite a un individuo relacionarse con las demás personas, hace que las personas se ayuden entre sí, también está estrechamente relacionada con el altruismo (el amor y preocupación por los demás) y la capacidad de ayudar.
Pero la empatía es de las habilidades más difíciles de desarrollar y de entender, porque nos han enseñado que es ponerse en los zapatos de la otra persona sin tomar en cuenta que no me van a quedar esos zapatos, pero la empatía va más allá de eso, es también la capacidad que tenemos de responder a esos sentimientos de una forma asertiva y que dé validación a lo que el otro está pasando o sintiendo aunque para mí no tenga sentido ni razón de ser, implica comprender como la otra persona se siente, no como me sentiría yo si me ocurriera lo mismo. Yo lo veo más bien como aprender a poder sentarme junto al otro en ese bosque obscuro sin tratar de sacarle ni rescatarle, porque ahí es en donde está, o poder celebrar y saltar de alegría con algo que al otro le encanta, aunque yo no lo entienda porque la empatía no es acerca de mí, la empatía es acerca del otro. No hay que estar de acuerdo en su forma de interpretar, sentir, pensar respecto a lo que le pudo haber pasado o lo que está viviendo, simplemente se trata de comprender y validar el sentir y la interpretación de su realidad de las otras personas. Puedes validar lo que el otro siente o le pasa, aunque tú no lo entiendas. La empatía no es acerca de ti es acerca de poder estar para la otra persona y poder conectar con lo que la otra persona está viviendo y validarlo aun cuando no te hace sentido, es una participación afectiva en la realidad del otro, en donde hacemos, por un momento, su mundo emocional nuestro.
Ahora el que yo entienda, comprenda y valide los sentimientos y la emoción del otro no significa que deba justificar sus acciones, yo puedo validar lo que el otro siente sin justificar lo que hace, por ejemplo: puedo validar que el otro este enojado, estresado o triste, pero eso no justifica un mal trato, un grito o un golpe.
CONCLUSIÓN.
La empatía hay que verla desde dos lados.
El primero es si ponerse en los zapatos de los demás, entender sus heridas, entender porqué el otro actúa como actúa, pero el otro lado es entender que no mereces ser tratad@ de esa forma, que sus cicatrices, sus traumas, sus inconvenientes, etc. no justifican las heridas que te pueden causar y que permitirlas no cura su inhabilidad de sanar, ni lo vas a rescatar, ni mucho menos lo vas a sanar al permitirlo. Lo único que hace es demostrarles lo que estás dispuest@ a aguantar. La empatía sin autorrespeto lleva al autosabotaje porque vamos a ser capaces de ver y encontrar lo bueno en el otro, el problema es que vamos a usarlo para justificar su trato para con nosotros.
Sacrificar tus límites en nombre de la empatía no te hace noble, eso solo te va a convertir en refugio de los demonios de otras personas. La empatía tienes que vivirla primero contigo.
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